Hacer teatro y Mirar teatro: Ir a casa.
Peter Sloterdijk formula este fenómeno. en estas palabras: "En la marcha de la globalización, [los hombres y las mujeres] no se sienten tan sólos, eluden y diluyen la sensación de estar en un vacio, solo con y a través de el teatro, el arte vivo , pues son de nuevo capaces de convertirse en su propia externalidad - criaturas que se miran desde el exterior y reflejarse en esas acciones así y solo así pueden estar seguros de que hay alguien en casa cuando quieren ir a casa.”
Cual es el verbo correcto para hablar de la creación de un proyecto o una puesta en escena teatral?
Hacer, crear, gestionar, generar., mirar…..
Todo ello y nada la vez.
Se junta una persona con una información, una energía, que viene de lejos que se acerca poco a poco, para comenzar a tomar forma en la mente de alguien: el dramaturgo, el director, o el actor que convoca, ,en principio su forma es de caos, de onda en movimiento de sonda sonora , un rumor , un deseo.
Y entonces se elige con quien o con que : texto? , cuerpo? Silencio con palabra ¿ o simplemente una temática o de alguien de quien volver a pensar y hablar, contar una historia, retomar una pasión?.
Ese proceso es invisiblemente en conexión con el espectador, puesto que alguien va a ver ese teatro, alguien va a recibir la ofrenda que se esta preparando .
Anne Bogart, directora y dramaturga norteamericana, se refiere a este acto un acto de ofrendar el teatro.
Una obra de arte sea la que esta sea, siendo autentica contiene un intensa energía.
Campos de energía intrincados y llenos de misterios como vortex y portales a la imaginación desde donde fue creado hasta donde fue materializado.
James Joyce llamaba al acto de detenerse frente una obra “parada ascética” ese detenerse que te obliga a mirar, ese campo energético inexplicable te obliga a mirar, si el espectador se enfrenta a algo inexplicable, que lo jala entabla una relación con ello.
Así los que hacemos teatro sentimos esa llamada desde lejos, una especia de sonoridad del alma inconfundible la invitación a un viaje.
Las grandes experiencias que he tenido en el teatro siempre me han llevado a una orilla de mi misma, y he tenido que saltar. Saltar a la otra orilla, una acto de fe, de aventura de decir si con todo mi ser.
El llamado es inconfundible.
Se me invita a responder con la totalidad de todo mi ser.
Y después me encuentro mas en casa que nunca, una casa móvil nómada en constante transformación, yo, mi casa, mi ser interior.
Cada uno somos nuestra propia morada y el teatro nos invita a mirar dentro y transformar y reconocernos dentro de nuestra piel, el proceso puede ser aparentemente extraño pero vale la pena, porque responde a la vitalidad mas pura y mas central de la existencia: la transformación.
Claudia Guerrero Casillas.